31 de diciembre de 2012

Virtud añadida



Una vez más, sondeos y estadísticas dibujan la línea divisoria entre el bando de la confianza y la desconfianza pública. Los ciudadanos desconfían  del Gobierno, los políticos, los partidos y la banca por considerarlos máximos responsable de la crisis económica y de su escasa de resolución. En cambio confían, en última instancia, en los colectivos que los acompañan en las protestas y las movilizaciones, y que son capaces de enfrentarse al Gobierno para defenderlos: la justicia, jueces y fiscales, y los grupos altruistas y protectores, científicos, médicos y profesores.

El mensaje de la evaluación ciudadana es claro: la política no está funcionando, no hace lo suficiente, no responde a los problemas de los ciudadanos, no corrige los abusos, no reclama responsabilidades, no evita el empobrecimiento de las clases medias y bajas y no se impone a los mercados. La política se olvida de su finalidad última, no inspira confianza y no promueve una democracia real. Todos sabemos que ésta es una valoración admitida y extendida en los últimos años en la sociedades avanzas, especialmente en el sur de Europa. 

Los ciudadanos conocen bien las dificultades de la política y no piden aquello a lo que no pueden aspirar. Son razonables. Admiten que los políticos están bien informados, son inteligentes y están capacitados, pero consideran que esto no es suficiente para gobernar. Quieren algo más. Esperan de sus representantes otras virtudes añadidas, por ejemplo, no ser egoístas, no orientarse por finalidades personales y/o partidistas, no estar tan divididos, no ser codiciosos, no caer en la corrupción y no olvidar el “bien común” en la toma de las decisiones públicas. Si no encuentran estas virtudes en la clase política, depositaran su confianza en los colectivos que mejor las representen. No renunciaran a ellas, ni a la aspiración de sentirse cómodamente representados.

Si en los últimos años la clase política está considerada uno de los principales problemas, después del paro y las dificultades económicas, es básicamente por sus “defectos morales”. Los ciudadanos valoran especialmente la honestidad de sus representantes, mucho más que su capacidad de gestión. Necesitan sentirse representados por políticos capacitados y profesionales y, sobre todo, honestos. Aquí no hay línea de separación. 

Fuentes:
-¿"Democracia sigilosa" en España?, de Font Fábregas y  otros.
-La justicia recupera prestigio, de Fernando Garea

29 de diciembre de 2012

Sanear la economía


En una entrevista realizada con motivo de la publicación de su último libro, 'La democracia del conocimiento', Daniel Innerarity, afirmaba que la economía, en estos últimos cuarenta años, ha seguido una deriva que la ha hecho cada vez más opaca y menos transparente. En las facultades de económicas y en las escuelas de negocios, toda la dimensión de la econometría ha ido ganando terreno frente a las dimensiones que la acercaban a los territorios de la sociología, la ciencia política, la filosofía o la ética. 

Para Innerarity una de las salidas a la crisis debería ser recuperar la economía como una ciencia que está entreverada con otras ciencias humanas y sociales y, por tanto, que incluye en la toma de decisiones elementos políticos, sociológicos, de cohesión social y medioambientales… 


Las opciones de Innerarity son claras: o volvemos a una concepción de la economía como la que han tenido los grandes economistas, que han sido también grandes políticos y grandes hombres de letras, como Keynes, Marshall, Marx, Adam Smith o David Hume…, en la cual la economía es concebida como formando parte de un todo en el que intervienen criterios políticos, éticos, económicos y medioambientales, o no saldremos de la crisis desde el punto de vista conceptual. 

Desde el momento en el que concibamos la economía así, dejará de ser entendida como una ciencia exacta y se convertirá en una ciencia inexacta, que es lo que debe ser, según el autor. Ya no estaremos en el esquema “tú te callas porque esto lo sé yo” sino que estaremos en un sistema de participación. Volveremos a poner las grandes decisiones económicas en manos de una trama en la que intervienen no sólo criterios de econometría pura, sino también criterios políticos, de cohesión social, de equilibrio ecológico, que hacen de la economía algo controvertido. Y eso es lo sano de la economía. Mal asunto cuando la economía se instala en el espacio de lo indiscutible. 

Fuentes: 
-La democracia del conocimiento, Daniel Innerarity, de notistecnicas.
-Entrevista a Christian Felber, de La librería del ávido lector.
Ilustración: vía Bruno Carneiro

Estudio de Albert Einstein poco después de su muerte, Princeton, New Jersey
Ralph Morse

28 de diciembre de 2012

Lo que quiero es comprender

1. Comprender es una actividad sin término, que nos permite conocer la realidad, que se halla en continuo cambio y transformación, y reconciliarnos con ella. Es decir, mediante ella intentamos sentirnos en casa en el mundo.
2. El comprender no tiene término y no puede, por tanto, producir resultados definitivos.
3. Comprender es el modo específicamente humano de estar vivo, pues toda persona individual debe reconciliarse con el mundo en el que ha nacido como extraño y en el que siempre seguirá siendo un extraño, por cuanto se trata de una realidad única, claramente concebible como tal. Comprender comienza con el nacimiento y termina con la muerte.
4. El resultado del comprender es el sentido, que vamos engendrando a lo largo de la vida, en la medida en que intentamos reconciliarnos con aquello que hacemos o sufrimos. 
5.Saber y comprender no son lo mismo pero están vinculados. El comprender se funda en el saber y el saber no puede darse sin una comprensión previa, inarticulada.
Hannah Arendt

27 de diciembre de 2012





Una imagen es un hecho.
Wittgenstein

Contrarreforma de las pensiones


Los que tenemos cierta edad andamos estos días pendientes del Consejo de Ministros de mañana, último Consejo del año, en el que está previsto aprobar el decreto de contrarreforma de la reforma del sistema de pensiones, que fue aprobada en 2011 por Zapatero y que entrará en vigor el 1 de enero de 2013. Un lío. Cuando todavía no se ha puesto a prueba la reforma, apunta la contrarreforma.  En su día el PP votó en contra de la propuesta socialista y ahora define su posición con el establecimiento de las medidas más restrictivas de los derechos de los trabajadores desde el Pacto de Toledo. La situación ha cambiado mucho, efectivamente. Los tres millones de parados nuevos de los últimos cuatro años generan un déficit en el sistema de pensiones de 2.131 millones de euros en 2013, y la manera de solventarlo del PP es cambiar la fórmula de acceso y cálculo de las prestaciones: carrera profesional completa con 38,5 años cotizados y  edad ordinaria de jubilación entre 65 y 67 años. De momento, esto es lo que sabemos del decreto. Nada se sabe sobre consensos y debate social.

El sistema de pensiones es un gran depósito de dinero público que ‘todos ponen’ para que algunos, ocho millones de personas, reciban en determinadas condiciones. Tarde o temprano todos seremos receptores, activos o pasivos. Está en juego el sistema de reparto del esfuerzo, riqueza y  bienestar de una parte de la población que siempre se mostrará sensible. Conviene, por tanto, ser cuidadoso en el asunto porque el sistema de pensiones es o puede ser la expresión de la dignidad de una parte de nuestra sociedad, cuya vulnerabilidad queda confiada íntegramente en el sentido de equidad de un administrador. Forzosamente, equidad y viabilidad deben mantener un difícil equilibrio. Mañana será también el día en que Rajoy haga balance del año que acaba. Veremos cómo expresa lo que piensa y lo que no piensa de éste y otro tipo de equilibrios sociales.

Enlaces: Qué hay que saber de la reforma de las pensiones. 

25 de diciembre de 2012

Discursos sordos


La casualidad, o quizás no, ha querido que el discurso navideño del monarca y el discurso de toma de posesión del presidente de la Generalitat coincidieran en una Nochebuena en la que reina el pesimismo. Dos discursos para una navidad difícil que debieran, según el rey, simbolizar “el triunfo de la generosidad, la solidaridad y el compromiso” y que, en cambio, en nuestros oídos han sonado prácticamente irreconciliables.

En su discurso Artur Mas ha prometido la Constitución pero ha ocultado el retrato del monarca bajo un telón negro y ha celebrado la ceremonia en el salón donde la Generalitat administraba los impuestos que después le eran entregados “con pactos y a cambio de privilegios” al Rey.  ”No era una monarquía absoluta”, ha reclamado Mas. Crudeza de gestos y palabras.

El rey, por su parte, ha reconocido que vivimos uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas, excluyéndose como parte del problema y de la solución, excluyéndose de la austeridad y de las renuncias, no sólo económicas, sino de soberanía y de privilegios. Dice que el primer estímulo que nos sacará de la crisis será la confianza en los hombres y mujeres de este país, pero nada dice de sí mismo. Nos recuerda que la política no vive hoy sus mejores horas en la percepción de los ciudadanos, y se excluye. Se lamenta del desapego que se está generando hacia las instituciones y la función política, y no se incluye.

La primera reacción ante estos discursos es pensar que lo que menos necesitamos son discursos sordos en estas navidades difíciles, discursos que deberían ser símbolo de responsabilidad y audacia política, y que en cambio sólo silencian el ruido de dos busques rumbo de colisión, como nos ha recordado Mas.

Después de treinta y siete años de reinado, olvidado el gesto que le valió prestigio y respeto durante el  malogrado intento de golpe de estado, ahora en uno de los peores momentos de nuestra historia reciente, serían necesarios gestos nuevos por parte del monarca que permitieran levantar el telón negro que tapa su rostro en una parte del Estado. Un grado superior de inteligencia  y de “política grande” exigiría algo más que malgastar la voz en frases bellas y atender, por contra,  uno de los graves peligros de la actualidad: el peligro de no adaptar las instituciones a los hechos y a los tiempos.

21 de diciembre de 2012

¿Hay alternativas viables al capitalismo contemporáneo?


Andamos todos muy indignados por la crisis y la situación convulsa que vivimos desde 2007. Rubén Llop, en su artículo “La Gioconda pintada por un ciego. ¿Puede el capitalismo ser social?”, hace una interesante crítica al espíritu del capitalismo contemporáneo y se pregunta cómo es posible que la situación actual nos cause tanta sorpresa. Desde su punto de vista el capitalismo de nuestros días conduce a esta situación y a otras graves consecuencias.

El fin último del capitalismo es el enriquecimiento individual en el menor plazo posible. Crecimiento, cortoplacismo y consumo ilimitado van unidos a este fin. De esta definición se deducen dos supuestos básicos: 1. El enriquecimiento individual ilimitado revertirá en el bienestar común; 2. Si no se alcanza el éxito individual es porque el individuo fracasado no ha sido lo suficientemente ambicioso, luchador y creativo para conseguirlo.

Pero estos supuestos son falsos: ni el crecimiento puede ser ilimitado, ni el enriquecimiento individual conlleva necesariamente al bienestar social, ni la exclusión del sistema puede recaer en forma de culpabilidad sobre el individuo. ¿Es realmente culpable un hombre o una mujer de 55 años de su exclusión de las ofertas de trabajo?

Ante la falta de auto análisis, el propio sistema ha ido conformando una realidad globalizada en la que los criterios capitalistas se han asumido, de manera aparentemente natural, como universales, únicos y convenientes.

Por su parte, la política responde a esta situación con criterios de mercadotecnia contemporánea, atendiendo a los diferentes “segmentos de mercado” o caladeros de votos con titulares, discursos y mensajes sencillos y cortos, con el único fin de ganar las elecciones. No hay lugar para las ideologías ni para los liderazgos. Otro éxito colateral de la creación del pensamiento único.

Además, las economías de mercado definen las hojas de ruta de los Estados en función de su propia competitividad, como si de una empresa multinacional se tratara. No parece que haya un poder democrático independiente del espíritu capitalista, ni que los sistemas políticos puedan ser capaces de cambiar esta situación de “crisis” y, menos aun, de liderar un nuevo proyecto social, político y económico.

La ética imperante nos permite defender los criterios capitalistas si formamos parte del selecto grupo de los “elegidos” que se benefician de esta situación. Los excluidos del sistema son invisibles y muchos de ellos son inexistentes, ya no figuran en las estadísticas.

La gran paradoja de nuestros días es que nuestra sociedad dispone de las capacidades técnicas necesarias para alcanzar cualquier transformación social que los seres humanos pudieran imaginar y, sin embargo, no lo hace. Existen los medios técnicos y económicos necesarios pero no están al servicio de este fin. Bauman diría que los ciudadanos contemporáneos solo viven el presente y no hacen ningún caso de la experiencia pasada ni de las consecuencias futuras de sus actos, una estrategia que ocasiona una grave falta de ataduras con los otros.

¿Hay alternativas viables al capitalismo contemporáneo? Muchas son las respuestas. Bauman, por ejemplo, aboga por un cambio de paradigma centrado especialmente en la educación en sentido amplio, a lo largo de la vida; una educación que permita recuperar la figura del ciudadano solidario y comprometido socialmente, lejos de la figura del consumidor generada por el capitalismo. “El consumidor es un enemigo del ciudadano”, nos dice.

Para Rubén Llop la alternativa pasa por una lucha frontal, una acción social conjunta comprometida, una nueva educación, una crítica real y profunda del sistema capitalista, una generación de nuevas ideologías teóricas y prácticas, un nuevo ciudadano, un nuevo mundo, una nueva utopía... El primer paso sería alcanzar un grado razonable de autoconciencia y de análisis real de las causas que nos han llevado a esta situación. Esta es la intención de su artículo y también de este post.

Enlaces:
Senett, "El capitalismo se ha hecho hostil a la vida".
Josep María Lluis Simon, "L’ètica de l’autoestima i el nou esperit del capitalisme"
Anatole Kaletsky en un nuevo capitalismo

20 de diciembre de 2012

19 de diciembre de 2012




"El concepto de utopía 
es un concepto histórico. 
Se refiere a los proyectos 
de transformación social 
que se consideran 
imposibles".

Marcuse, 1968

18 de diciembre de 2012

Optimismo político en Navidad

Hoy nos hemos despertado con el optimismo de dos hombres influyentes, Mario Draghi y Mariano Rajoy. El banquero central europeo decía ayer que superado 2012, "el año del progreso doloroso", las cosas empezarán a mejorar en España, incluso en Grecia, Portugal e Italia. Él tiene, personalmente, razones para el optimismo. La cumbre de la UE, celebrada la pasada semana, ha ampliado sustancialmente sus funciones, otorgándole el papel de supervisor bancario y el control de los grandes bancos europeos.

Por su parte, Mariano Rajoy, en un acto celebrado ayer en Toledo, con motivo de su primer aniversario en el Gobierno, se mostró relativamente satisfecho y optimista. Dice estar poniendo los cimientos de la recuperación de nuestro país. Frágiles cimientos aquellos que se sostienen sobre un récord mundial (el 25% de paro), un récord europeo (déficit por encima del 8%) y un récord nacional (dos huelgas generales en un año), acompañados de una banca rescatada, la caída del PIB, el empobrecimiento general, las protestas diarias en la calle y los servicios públicos deteriorados.

Rajoy quiere y no puede. Ya dijo al inicio de su mandato que no tenía mucho margen de maniobra: "Tengo que hacer lo que me dice Europa. He leído la carta del BCE que le mandaron a Zapatero y tengo que cumplirla". El gobierno controla la economía recortando gastos y manteniendo a raya el déficit público. Su estrategia para el próximo año será la misma que en 2012: resistir. Y los argumentos políticos, los mismos que en 2012: la herencia recibida. Ambos funcionaran durante algún un tiempo. 

En vísperas de Navidad se agradece el gesto de quienes quieren transmitir un poco de esperanza y optimismo, pero no es fácil. Los ciudadanos tienen miedo, miedo a la fragilidad y la impotencia de la política. Los políticos no son los auténticos causantes de esta crisis, aunque asuman la responsabilidad y pierdan elecciones. En un sistema de libre mercado, el Estado decide poco en economía y las decisiones más importantes se toman fuera del sector público o por imposición de otros Estados más influyentes. Los márgenes de maniobra de la política son estrechos y limitados, y la impotencia de los políticos se suple con excusas y autobombo. En Navidad, sin embargo, predominan los mensajes aleccionadores y los buenos deseos. El momento actual exigiría un cambio de mentalidad y de política radical pero, como parece que no va a cambiar nada, deseemosnos todos feliz Navidad.

17 de diciembre de 2012

Hipervínculo


'Tenía ganas de leer 
todo lo que podía 
y las cosas que he leído, 
a su vez, me producen 
nuevos anhelos". 
Patti Smith.

15 de diciembre de 2012

Hoy nacen, Nova Esquerra Catalana (NECat)


Hoy nace en Sitges la Nova Esquerra Catalana (NECat) y viene acompañada del carisma del apellido ‘Maragall’ y de los años que Ernest, probablemente su presidente, acumula en su haber. La renovación no siempre pasa por rostros frescos y lozanos, en este caso, se trata de un rostro labrado por los años y de una espalda encorvada. Viejos líderes para una nueva política con vocación de rebeldía y radicalidad democrática. Me gusta. Los viejos son sabios porque conocen el valor de la enmienda y quizás por ello han incluido en el documento fundacional una vieja máxima: "los hombres y las mujeres que ostentan cargos públicos deben ser extremadamente virtuosos". Decía Montesquieu que cuando cesa esta virtud, la avaricia se apodera de todos y la fuerza de la república ya no es más que el poder de algunos ciudadanos y la licencia de todos. (Del espíritu de las leyes, 1748).

Tras los fracasos de la izquierda socialista catalana, se diría que la NECat nace con las lecciones aprendidas, lecciones que no veo aplicarse el PSC. Algunas formas nuevas llaman la atención, por ejemplo, el sistema de la múltiple militancia que permite a sus afines mantener la afiliación a otras fuerzas políticas. La complejidad de nuestra sociedad actual nos lleva a lo múltiple y lo diverso. Hoy es prácticamente imposible identificarse con un único partido, entidad, agrupación, institución, grupo, líder, persona... Cada momento y lugar precisa de múltiples plataformas de respuestas para configurar una certeza de mínimos que nos permita orientar unos pocos años de vida colectiva. No muchos. Los cambios son frecuentes y profundos y, como decía Benedetti, cuando alcanzamos algunas respuestas, nos abordan las nuevas preguntas. Es muy sugerente el capítulo de preguntas que incluye el documento fundacional de la NECat. Entre ellas destaca la gran incógnita de las izquierdas globales de nuestro tiempo: cómo defender en el siglo XXI el sistema del Bienestar y cómo crear un modelo social que se fundamente en nuevos consensos políticos, sociales y económicos.

Desde un punto de vista local, la NECat nace para contribuir a consolidar un derecho que no es nuevo pero que no existe, el derecho a decidir de los catalanes sobre su presente y su futuro. Hablan también de la incentivación de todo tipo de consultas democráticas. Los derechos humanos se incumplen, se revisan, se renuevan, se experimentan... La NECat puede ser un buen lugar para la experimentación política, porque, a pesar de la gran fragmentación del mapa político catalán, todavía existen vacíos que hay que rellenar. La fragmentación excesiva puede ser un riesgo  pero en este caso representa una oportunidad. La merecen.

Cuando hoy el principal escollo de las negociaciones entre CiU y ERC es fijar una fecha para la celebración de una consulta popular sobre el derecho a decidir, la NECat nace con el propósito de participar activamente en el reto de dar contenido a una nueva idea: Catalunya-Estado. Mientras, el PSC corre el riesgo de permanecer en la marginalidad política, incluso en la más absoluta invisibilidad. 

13 de diciembre de 2012

Listas negras, grises, blancas


Celebro dos buenas y recientes noticias en relación al fraude fiscal. La primera, la liberación de Hervé Falciani, el Robin Hood de nuestros días, informático francoitaliano que copió datos de 130.000 cuentas de supuestos defraudadores mientras trabajó en la sede suiza del banco HSBC, y que colaboró posteriormente con las autoridades de varios países. Falciani estaba preso desde el pasado 1 de julio.

La segunda, el anuncio que hizo ayer el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sobre la creación en 2013 de una lista pública con los principales defraudadores y morosos con el fisco. Bienvenida sea esta medida que viene a contrarrestar, en parte, la deficiente política anti-fraude impulsada por el gobierno. Antecedentes existen dentro y fuera de nuestro país, y las ventajas sin duda superaran el escueto resultado de la reciente amnistía fiscal.

Debería el gobierno, no obstante, hacer un especial esfuerzo en comunicar y difundir esta información. Y no sólo ésta. Además de la “lista negra”, convendría publicar otros datos de interés, por ejemplo, aquellos que corresponden a las personas y empresas que han regularizado recientemente su situación a través de la amnistía fiscal. Son defraudadores, como los primeros, que sólo han pagado un 1% o 2% de lo que debieran para ponerse al día de sus obligaciones fiscales. Estos sujetos  serían merecedores de ser incluidos en una “lista gris”.  Pero también sería útil, por qué  no, conocer a través de una “lista blanca” los mayores contribuyentes, personas y empresas que pagan debidamente sus impuestos y colaboran en la  financiación de los servicios públicos de este país.

La sociedad sabrá hacer buen uso de esta información. Una actitud responsable por parte de los ciudadanos sería premiar y castigar el cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones fiscales por parte de las empresas, a través del consumo activo o el boicot, por ejemplo. De la misma manera que la sociedad valora las empresas comprometidas con el medio ambiente, el cumplimiento de las obligaciones fiscales puede ser también un elemento a considerar por parte de los ciudadanos. Y no únicamente como incentivo para aumentar la recaudación fiscal, sino para hacer de este país una sociedad más íntegra, democrática y comprometida. Es preocupante que todavía hoy el incumplimiento de nuestros deberes más básicos predomine entre aquellos que mayor lucro obtienen en nuestra sociedad.

Auténticos hombres

Algunas pinceladas sobre Jean Paul Satre tal como me ha pedido @ArroLuque.

Nació en París en 1905. Fue hecho prisionero por los alemanes en la II Guerra Mundial y tras su liberación volvió a París, donde se enroló plenamente en la resistencia. Su vida fue la de un intelectual plenamente activo, presente en todas las manifestaciones de la vida cultural, social y política. Fue un gran filósofo y, al mismo tiempo, un consumado autor literario y teatral, que utilizó la literatura como medio de expresión (y compromiso) de sus ideas filosóficas y políticas. Compartió su vida y sus intereses intelectuales con Simone de Beauvoir.

Sartre fue el principal representante del llamado existencialismo francés. En líneas generales podemos decir que los existencialistas creen que no hay ningún orden en el universo,  ni ningún bien o mal objetivos. Los individuos son libres de crear sus propias vidas de acuerdo con las decisiones que tomen y deben ser consecuentes con ellas en sus actos.

Sartre estudió fenomenología con Husserl y también recibió influencia de las ideas de Heidegger. Desarrolló la fenomenología, transformándola en existencialismo. Heidegger había hablado de hombres "inauténticos", refiriéndose a aquellos que rechazan hacerse responsables de su propia existencia. Creía que afrontando la muerte como su finalidad, el hombre conseguía valorar su existencia y hacer algo con su vida.

Para Sartre, los verdaderos existencialistas son los hombres "auténticos": aquellos que afrontan la realidad yendo adelante y controlando sus vidas. La habilidad de escoger y actuar es la base de la libertad humana. Sartre rechazó la idea de cualquier autoridad externa, como Dios o una razón cósmica, para guiar al hombre. Consideraba esto como una ilusión creada para consuelo de mentes desesperadas. Al aceptar la responsabilidad para escoger, el hombre puede hacer del momento de la decisión una ansiedad. Para Sartre, éste es el precio de la libertad.

Sartre expuso sus ideas en El Ser y la nada, su libro más conocido. El título refleja dos modos de existir en el mundo que Sartre contraponía. Una cosa que existe sólo por "estar" aquí, como un guijarro en una playa, existe "en sí". En cambio, la conciencia es una "no cosa" (un no-algo: es decir, nada). Existe "para sí". Es capaz de involucrarse en el mundo. Las mayoría actúa como si fueran un guijarro en la playa, incapaces de cambiarse a sí mismos o de cambiar el mundo que les rodea. Los existencialistas desafían los limites de sus situaciones viviendo "por sí mismos".

Fuente: 
-Historia de Filosofía para Jóvenes, Jeremy Weate. Diccionario de Filosofía, Ferrater Mora. 
-Sartre y sus ex amigos, de Mario Vargas Llosa