18 de diciembre de 2012

Optimismo político en Navidad

Hoy nos hemos despertado con el optimismo de dos hombres influyentes, Mario Draghi y Mariano Rajoy. El banquero central europeo decía ayer que superado 2012, "el año del progreso doloroso", las cosas empezarán a mejorar en España, incluso en Grecia, Portugal e Italia. Él tiene, personalmente, razones para el optimismo. La cumbre de la UE, celebrada la pasada semana, ha ampliado sustancialmente sus funciones, otorgándole el papel de supervisor bancario y el control de los grandes bancos europeos.

Por su parte, Mariano Rajoy, en un acto celebrado ayer en Toledo, con motivo de su primer aniversario en el Gobierno, se mostró relativamente satisfecho y optimista. Dice estar poniendo los cimientos de la recuperación de nuestro país. Frágiles cimientos aquellos que se sostienen sobre un récord mundial (el 25% de paro), un récord europeo (déficit por encima del 8%) y un récord nacional (dos huelgas generales en un año), acompañados de una banca rescatada, la caída del PIB, el empobrecimiento general, las protestas diarias en la calle y los servicios públicos deteriorados.

Rajoy quiere y no puede. Ya dijo al inicio de su mandato que no tenía mucho margen de maniobra: "Tengo que hacer lo que me dice Europa. He leído la carta del BCE que le mandaron a Zapatero y tengo que cumplirla". El gobierno controla la economía recortando gastos y manteniendo a raya el déficit público. Su estrategia para el próximo año será la misma que en 2012: resistir. Y los argumentos políticos, los mismos que en 2012: la herencia recibida. Ambos funcionaran durante algún un tiempo. 

En vísperas de Navidad se agradece el gesto de quienes quieren transmitir un poco de esperanza y optimismo, pero no es fácil. Los ciudadanos tienen miedo, miedo a la fragilidad y la impotencia de la política. Los políticos no son los auténticos causantes de esta crisis, aunque asuman la responsabilidad y pierdan elecciones. En un sistema de libre mercado, el Estado decide poco en economía y las decisiones más importantes se toman fuera del sector público o por imposición de otros Estados más influyentes. Los márgenes de maniobra de la política son estrechos y limitados, y la impotencia de los políticos se suple con excusas y autobombo. En Navidad, sin embargo, predominan los mensajes aleccionadores y los buenos deseos. El momento actual exigiría un cambio de mentalidad y de política radical pero, como parece que no va a cambiar nada, deseemosnos todos feliz Navidad.

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