13 de diciembre de 2012

Listas negras, grises, blancas


Celebro dos buenas y recientes noticias en relación al fraude fiscal. La primera, la liberación de Hervé Falciani, el Robin Hood de nuestros días, informático francoitaliano que copió datos de 130.000 cuentas de supuestos defraudadores mientras trabajó en la sede suiza del banco HSBC, y que colaboró posteriormente con las autoridades de varios países. Falciani estaba preso desde el pasado 1 de julio.

La segunda, el anuncio que hizo ayer el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sobre la creación en 2013 de una lista pública con los principales defraudadores y morosos con el fisco. Bienvenida sea esta medida que viene a contrarrestar, en parte, la deficiente política anti-fraude impulsada por el gobierno. Antecedentes existen dentro y fuera de nuestro país, y las ventajas sin duda superaran el escueto resultado de la reciente amnistía fiscal.

Debería el gobierno, no obstante, hacer un especial esfuerzo en comunicar y difundir esta información. Y no sólo ésta. Además de la “lista negra”, convendría publicar otros datos de interés, por ejemplo, aquellos que corresponden a las personas y empresas que han regularizado recientemente su situación a través de la amnistía fiscal. Son defraudadores, como los primeros, que sólo han pagado un 1% o 2% de lo que debieran para ponerse al día de sus obligaciones fiscales. Estos sujetos  serían merecedores de ser incluidos en una “lista gris”.  Pero también sería útil, por qué  no, conocer a través de una “lista blanca” los mayores contribuyentes, personas y empresas que pagan debidamente sus impuestos y colaboran en la  financiación de los servicios públicos de este país.

La sociedad sabrá hacer buen uso de esta información. Una actitud responsable por parte de los ciudadanos sería premiar y castigar el cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones fiscales por parte de las empresas, a través del consumo activo o el boicot, por ejemplo. De la misma manera que la sociedad valora las empresas comprometidas con el medio ambiente, el cumplimiento de las obligaciones fiscales puede ser también un elemento a considerar por parte de los ciudadanos. Y no únicamente como incentivo para aumentar la recaudación fiscal, sino para hacer de este país una sociedad más íntegra, democrática y comprometida. Es preocupante que todavía hoy el incumplimiento de nuestros deberes más básicos predomine entre aquellos que mayor lucro obtienen en nuestra sociedad.

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